miércoles, 16 de febrero de 2011

Escritores y filósofos en la Sierra

El ideal estético del Krausismo, que ya consideraba bello a todo aquello diverso de si mismo y que tanto influyo en otros como Giner, hizo aparecer en España gracias a la Institución de Libre Enseñanza una nueva sensibilidad hacia el paisaje natural


En 1886 Giner publicaba, un articulo titulado “Paisaje” inspirado en sus numerosas excursiones por la Sierra de Guadarrama. En el se destacaba todas las facetas del paisaje carpetano, como el relieve de las rocas, la calidad de las luces, las tonalidades y los colores de los bosques y la amplitud de los horizontes etc.

La influencia de este artículo, con el que su autor quería divulgar esta nueva sensibilidad estética sobre el paisaje, fue decisiva en algunos jóvenes escritores de la época, como Azorín y Unamuno, mas tarde a otros como Pió Baroja, Antonio Machado…. Este renovado protagonismo de la sierra en la literatura, cuyos orígenes se remontan al Siglo de Oro, seria destacado por Menéndez Pidal al comparar la importancia del Guadarrrama en la literatura española con la de la Arcadia en la Griega.

El joven Unamuno aunque no se vinculo en la Institución de Libre Enseñanza, había sido discípulo de Giner. En la escasa correspondencia que mantuvo con su maestro, hablaba de la comunión espiritual que les unía y manifestaba sus deseos de ir a Madrid desde Salamanca para charlar con Cossio y pasear con el bajo el manto de la Sierra. Sin embargo, a pesar de que la generación del 98 apreciara mucho el paisaje del Guadarrama, no disimulo nunca su preferencia por la sierra de Gredos, lo que de cierta manera explica que en los pocos escritos que dedico a la sierra se refiriera a los atormentados relieves de La Pedriza del Manzanares.

Durante los primeros años del Siglo XX, atraídos por la fama de los paisajes del Guadarrama, acudían escritores, artistas y estudiantes extranjeros,  En el invierno de 1916, mientras esperaba una plaza en la Residencia de Estudiantes, el norteamericano John Dos Passos, miembro mas tarde de lo que se conocería como “La Generación Perdida”  comenzó a recorrer en compañía de algunos miembros de la Institución Libre de Enseñanza las crestas de las Guarramillas y los Siete Picos. La sierra de Guadarrama, según el, se convirtió en su “cordillera favorita”. Escribió varias cartas en las que describía a la misma. El paisaje del Guadarrama seguía ganando adeptos, Ya no era un simple paisaje de montaña de los que se habían hechos famosos en Europa, durante los últimos años del siglo XIX.